(El Confidencial.es)

-Picores de ojos, jaquecas… así se trabaja sobre toneladas de droga incautada

-El búnker que guarda hachís, cocaína y ‘maría’ en la Subdelegación de Cádiz es una cámara acorazada del Banco de España y los trabajadores llevan cuatro años elevando quejas

El 40% de la droga aprehendida en España se incautó en Cádiz . En total 140.160 kilos en 2016, según la información del Ministerio del Interior. Pese a los acuerdos firmados para la eliminación rápida de los estupefacientes incautados, los problemas se acumulan en la Subdelegación del Gobierno de Cádiz. Allí, en el sótano de la antigua sede del Banco de España, en pleno centro de la capital gaditana, junto a la Puerta de Tierra, llega la inmensa mayoría de la droga intervenida por los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado.

En estos días, los mayores acuden a las dependencias oficiales de este edificio público para interesarse por los viajes del Imserso. Son muchas las personas que entran y salen y la mayoría, sobre todo los días en los que toca entrada de nueva mercancía por una calle auxiliar y una puerta de entrada en el lateral, se extraña del fuerte olor. Muchos preguntan a quienes están tras el mostrador: “¿A qué huele?”. Otros, saben perfectamente a qué. La droga se descompone y el hedor a veces es inclasificable. También en ocasiones se identifica perfectamente el hachís o la marihuana. Esos fardos ‘verdes’ son los que más huelen. Es el gran negocio en la provincia gaditana.

Cuatro años de silencio

Las quejas se transmiten desde hace años. El representante de los trabajadores por el sindicato USO en la Junta de Personal de la Administración General del Estado, Ignacio Heras, confirmó a este periódico que se ha elevado la queja en varias ocasiones a ese órgano y también al Comité de Seguridad y Salud. Se conoce el problema desde hace al menos cuatro años pero la respuesta de la Administración es el silencio. No contesta. No atiende a las reclamaciones aunque transmite informalmente a los trabajadores que se estudian soluciones.

Las consecuencias para los trabajadores, según confirman varios de ellos que prefieren mantenerse en el anonimato por temor a represalias laborales, empiezan ya a ser demasiado molestas. Picor de ojos, jaquecas por el fuerte olor, malestar general, fatigas, problemas respiratorios… No son problemas graves, admiten, pero sí molestias que empiezan a preocupar a algunos trabajadores, que temen consecuencias a largo plazo.

La antigua sede del Banco de España alberga desde 2013, tras ‘el robo del siglo’ en Cádiz en el año 2012, toda la droga incautada en la provincia

Que esa droga está ahí almacenada es de dominio público. No es ningún secreto. El edificio albergó la sede del Banco de España hasta finales de 2004 y en 2013 se hicieron unas obras de acondicionamiento para almacenar la droga incautada en la provincia. Se hizo después de que, en 2012, se robaran 300 kilos de droga del depósito antiguo, ubicado en el Parque Móvil del Gobierno, sin que nadie viera nada. Los ladrones fueron detenidos cinco años más tarde, en mayo de 2017. Hubo cinco detenidos. Las alarmas y las cámaras de seguridad estaban obsoletas. Rápidamente se buscó un nuevo almacén, más seguro, a pesar de que en él trabajaran a diario decenas de personas en jornadas de ocho horas, en el caso de los funcionarios, y de 24 horas en el caso de los agentes de la Policía destinados a vigilar la cámara en el sótano.

La Inspección no responde

Hay al menos dos denuncias formales, según ha comprobado este periódico, ante la Inspección de Trabajo y quejas en la mutua que cubre a los trabajadores. Una inspectora llegó a visitar las instalaciones y hacer recomendaciones para mejorar la calidad y prevenir riesgos. El anterior subdelegado, Javier de la Torre, era precisamente inspector de trabajo. En diciembre de 2016 tomó el testigo Agustín Muñoz, actual responsable. Los trabajadores confirman que sí se han hecho algunas intervenciones para aminorar el olor, como intentar sellar los fardos de hachís que llegan, tapar las juntas para evitar que el olor transpire hasta la planta baja e incluso se valoró alguna actuación con ozono. La Subdelegación del Gobierno no ha confirmado ni desmentido nada aunque este periódico trasladó sus preguntas por los cauces oficiales.

El almacén está a pocos metros de un instituto, los chavales ven con normalidad pasar kilos de droga aunque a esa distancia está prohibido fumar

La puerta lateral por la que entra y sale la droga incautada casi a diario está prácticamente pegada al instituto Columela, un centro público de Secundaria y Bachillerato, cuyo director también trasladó algunas quejas a la Subdelegación por el almacenaje de droga. Es curioso que la ley prohíba fumar a cien metros de un centro de enseñanza pero la droga entre, salga y se almacene, incluso en horario escolar, incumpliendo esa distancia.

“El embotamiento” de cabeza

La plantilla de la Subdelegación cuenta entre 50 y 70 personas. A esos empleados públicos habría que añadir todos los ciudadanos que a diario utilizan esas instalaciones. Por allí hay que pasar para cualquier trámite administrativo, desde oposiciones, permisos de trabajo, recogida de títulos o sanciones. “Pasan muchos chavales con sanciones por menudeo de drogas que son los primeros que detectan el olor que hay en las dependencias”, cuenta una trabajadora. “No siempre huele igual. Hay veces que apenas se nota pero en otras ocasiones es tan fuerte que es insoportable”, narra esta empleada. Al menos en la planta baja, porque en la primera, la ‘planta noble’, donde están los despachos de los ‘jefes’, el olor es menos fuerte.

Los síntomas, según varios trabajadores han contado a El Confidencial, se repiten. Sobre todo mareo, embotamiento de cabeza, daños en las mucosas, en los ojos. “Hay un compañero que sangra por la nariz los días que el olor es más denso”, admite otro trabajador. Hablan mucho de un plante, de dar la cara pero la verdad es que la mayoría pide anonimato por temor a consecuencias laborales o en sus nóminas. Los funcionarios tienen un permiso verbal para marcharse y abandonar sus puestos de trabajo si alguien siente molestias o está muy mareado. Pero aseguran que no quieren eso sino que se tomen decisiones que acaben con la situación.

Los trabajadores tienen permiso para abandonar sus puestos de trabajo sin consecuencias los días en los que el olor es más insoportable

Ignacio Heras, del sindicato USO, responsable de las denuncias ante la Junta de Personal, señala que en ocasiones hay entre 5.000 y 10.000 toneladas de droga, sobre todo hachís y marihuana. La descarga de fardos desde el puerto hasta el edificio es una operación cotidiana pero no por ello menos llamativa, dada la cantidad de droga que se mueve en pocos metros. Ese parece que es el principal problema: que es mucha, demasiada. Miles de kilos que no da tiempo a trasladar para incinerar conforme a los protocolos de seguridad firmados.

El pasado año, se eliminaron 369.616 kilos de droga dentro del acuerdo marco firmado entre varias administraciones para evitar su acumulación. Esta iniciativa, según los ministerios de Interior y Presidencia, permitió que la media de droga almacenada por las Delegaciones del Gobierno procedente del tráfico ilícito haya disminuido en un 50% en los últimos cuatro años, pasando de 130.000 kilos en el año 2012 a una media de 69.000 kilos en el pasado 2016. El gran problema es que en Cádiz se interviene el 40% de la droga incautada en toda España. Y eso parece que no hay búnker ni cámara de seguridad que impida que se huela.